Asamblea de apoyo a Bolivia

La nueva CPE: ¿reforma o revolución?

Fecha: 25 Ene 2009

Los que apoyamos la CPE, asumida como una reforma esencial del Estado boliviano, debemos realizar una lectura correcta de su texto de modo que entendamos, con precisión, lo que dispone. Por tanto, al asimilarla, no tenemos que conceder espacio alguno a nuestros deseos, sin considerar el momento que vivimos y sin subvalorar sus alcances reales.

Para esa lectura cabe compartir el análisis hecho por intelectuales del campo popular, durante el debate previo al Referéndum de mañana, para comprender el lugar de la nueva CPE en la historia boliviana, así como su misión posible y necesaria:

— La fundación de la República fue consecuencia de la guerra de la independencia en la que los guerrilleros liberaron la mayor parte de lo que ahora es territorio boliviano antes de la llegada de los ejércitos de la región que aportaron a esa epopeya y fue confirmada, en términos legales y constitucionales, es decir constitutivos, con la firma de la primera CPE, cuyo redactor del borrador fue Simón Bolívar. Aquel documento, desde su origen, contiene instituciones liberales, como otros de su tiempo. Imposible que esa CPE haya cobrado otra forma y otro contenido, lo que no niega alguna peculiaridad suya, aunque sea la referida a los que aparecen como fundadores de Bolivia y que informa de que algun@s de los que dirigieron la guerra o que participaron en ella, como Doña Juana Azurduy de Padilla, no firmaron el acta de la independencia boliviana y que el pueblo ni siquiera asistió como invitado de piedra a la ceremonia de la que se apropiaron los doctores de Charcas y otros, muy pocos.

— Otra CPE estelar y, por tanto, también constitutiva (compartimos de nuevo, por acertada, aquella apreciación citada) fue la redacción que hizo la Convención de 1938, luego de la guerra del Chaco en la que se redescubrieron los bolivianos y reafirmaron el Estado nacional. Entonces se introdujo el constitucionalismo social a la Ley Fundamental, uno de las resultados de la acción de los ex combatientes de aquella guerra provocada por las empresas petroleras y en la que los pueblos, boliviano y paraguayo, pusieron los muertos. Algunos afirman que el denominado “socialismo militar” ejerció influencia en la materialización, de la entonces avanzada CPE del 38 pero, con certeza, menos que el influjo de la contienda perdida y de los combatientes del Chaco.

— El tercer momento llegó con la Revolución democrática y burguesa de 1952, luego de la insurrección popular en la que mineros, trabajadores de otras ramas, campesinos, el pueblo, derrotan al Ejército de la rosca. Empero, la victoria no pudo ser administrada (en especial sus frutos) por los insurreccionados sino por los movimientistas que tomaron la dirección de esas jornadas. Y medidas transcendentales de ese período, como la Nacionalización de las Minas, la Reforma Agraria, la Reforma Educativa, el Voto Universal fueron refrendadas en leyes, incluso en decretos; así lo testimonia la primera medida de las nombradas. Más aún, la Reforma Agraria, fue ejecutada por campesinos del altiplano paceño y del valle cochabambino, antes de la norma. En ese período, la canción uruguaya que alude a la tierra agraria, entre nosotros, fue una realidad: “A desalambrar,/ a desalambrar,/ que la tierra es nuestra,/ es tuya y de aquel:/ de Pedro, María,/ de Juan y José”. La CPE se elaboró y aprobó nueve años después, en 1961. Algo fundamental ocurrió en 1952: una revolución, aunque democrática y burguesa —reiteramos—, que se abrió campo y que desbarató a los organismos de compulsión (fue cerrado el Colegio Militar del Ejército). La regresión y la derrota de aquella revolución llegó en 1964, especialmente porque ésta se frenó y fue frenada.

— La nueva CPE, que será aprobada mañana en el Referéndum y que se espera lo sea con la inmensa fuerza electoral de la masa, confirmará el período constitutivo, generado en una especie de combinación de formas de lucha: legales y acciones en calles y caminos. En rigor, una lucha de clases que fue desplegada en distintos escenarios: políticos, ideológicos y hasta económicos, en cierta medida. Hablamos del enfrentamiento librado sobre todo por campesinos e indígenas que son los protagonistas de la política de este tiempo de cambios, sin los que no hubiera nueva CPE. Mas ¡Cuidado! Quien esto escribe, junto con tantos otros del campo popular, no creemos deseable el enfrentamiento. Pero, en una sociedad como la boliviana, los grupos sociales dominantes no tienen por costumbre regalar nada que ponga en riesgo sus mezquinos intereses, y todo lo que conquistó el pueblo (como ahora) fue posible a un elevado costo social: “Sangre, sudor y lágrimas” es el precio pagado por las conquistas sociales. Por eso, son mil veces hipócritas los que dicen que quieren vivir en paz cuando son ellos los que desencadenan el enfrentamiento, antidemocrático e ilegal, al que sus intelectuales pretenden encubrir con pujos “teóricos” e “ideológicos” de estrecha mira. Lo principal de la nueva CPE tiene sello del pueblo y es de los pobres porque en ella se registran los derechos demandados por aquéllos, aunque es cierto que varias de esas instituciones constitucionalizadas tienen proyección programática porque sólo serán materializadas cuando las condiciones económicas ayuden a que así sea. Y esos derechos se disponen para todos los bolivianos, bajo el principio de que todos somos iguales ante la ley, aunque es la vida la que se encarga de mostrar que el ejercicio de esos derechos es harto dispar en una sociedad dividida en clases sociales, como es aún la nuestra. (Aquí pocos ejercen sus derechos en perjuicio de la mayoría, por ello es correcto proponer la satisfacción preferente de los derechos del pueblo).

Pero nuestro alegato, ahora, pretende otra objetivo: entregar pistas para asimilar el papel de la nueva CPE en la formación social boliviana (FSB) actual. Aquélla resume una reforma jurídica y política avanzada, la más avanzada registrada en Bolivia, lo que también expresa los cambios que se abren paso, para lo que vencen la resistencia de los que se aferran al viejo orden. Se trata de una reforma avanzada que ejercerá influencia en la economía, en la sociedad en la cultura, en la FSB. Sin embargo, esa influencia no llegará de manera automática, por generación espontánea: otra vez la acción del pueblo será imprescindible como fuerza motriz de nuevos cambios, en los que tendrá incidencia notoria la aplicación de las nuevas normas constitucionales. Que aquella reforma avanzada desemboque en una revolución es una posibilidad, pero aquello otra vez depende de lo que haga el pueblo, el que tiene que ser actor en medio de otros factores materiales y subjetivos (de lo que se comentará en otra nota).

Respaldamos aquella afirmación en una enseñanza leninista: La política es una expresión concentrada de la economía, pero ésta influye en la primera (en la política). Se trata de una influencia dialéctica, cuya constatación se encuentra en la práctica cotidiana, también en el proceso que convierte a Bolivia en una esperaza, a pesar de todo; a los movimientos sociales en la fuerza fundamental de los cambios y, a Evo Morales, en el líder con más aciertos que errores.

De otra parte, los que apoyamos la nueva CPE, para este tiempo de transición, no tenemos derecho alguno a leer lo que no tiene aquel documento. Desde la derecha se le hace decir tantas cosas a la nueva Ley Fundamental al extremo de que se la desfigura. Nosotros, en cambio, al asumir aquel documento como nuestro debemos derogar nuestros deseos y quedarnos con la realidad del texto. Esto incluso nos servirá para replantearnos las tares inconclusas, las ausencias y/o insuficiencias de aquellas instituciones constitucionales para continuar la pelea por reponerlas, para lo que se abrirán otras vías incluso. La consigna que plantea refundar Bolivia con la nueva CPE, por ejemplo, tiene indudable valor propagandístico, incluso para comprometer más a los convencidos y para cautivar más a la gente. Más todavía: si renovarse es vivir, la renovación, la reforma del Estado boliviano puede ser la ruta de acceso a la nueva Bolivia, al Estado popular y revolucionario, al Estado del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. La proyección de la frase de autor conocido, al usarla de nuevo, no se gasta; al revés, se renueva, revive en tierras bolivianas y latinoamericanas. En este momento, lo principal es agigantar las reformas, avanzar con ellas todo cuanto se pueda y enlazarlas con la revolución que nos libere con carácter definitivo, en lo que la nueva CPE está llamada a cumplir una función decisiva.

Remberto Cárdenas Morales
La Epoca
25-01-09