Asamblea de apoyo a Bolivia

Los caminos arduos

Fecha: 16 Abr 2009

Nos duele. El consenso imposible en temas capitales, mantuvo una tensión inaguantable. Para ellos se resolvió en violencia desquiciada, mientras que nosotros asumimos la paciencia y la conciliación como arma. Es el arma que nos enseña a manejar el líder de la revolución democrática. Es la paciencia que nos permite alcanzar los objetivos del modo más rápido posible, aunque resulte demasiado concesional para muchos.

La paciencia es el arma del poder

No pudieron impedir la convocatoria a las elecciones de diciembre. Tenían preparada una campaña para atemorizar al pueblo. Personalidades simbólicas debían ser víctimas. Así ocurrió en los años ’80 con hombres como Monseñor Romero en San Salvador, Luis Espinal en La Paz. Entonces les convenía demostrar que ellos tenían el poder de asesinar. Hoy intentan la táctica de actuar para que se sospeche de nosotros. Pero la estrategia es la misma: asaltar el poder sobre un pueblo atemorizado.

La convocatoria a elecciones se concretó, pese a todos sus esfuerzos por hacerla inviable. Se obtuvo, pese a las concesiones que debió hacerse en temas tan difíciles como las circunscripciones especiales, el voto en el exterior y la elaboración de un nuevo padrón electoral.

36 no contiene en 7

La nueva Constitución establece el derecho de los pueblos originarios a tener representación en la Asamblea Legislativa Plurinacional. En aquellos departamentos donde hay varias comunidades indígenas y teniendo en cuenta la densidad poblacional, debían abrirse circunscripciones especiales en un número apropiado que determinase la ley. Hubo propuestas diversas que oscilaron entre 15 y 28.

La oposición postulaba 0 y concedía 3 circunscripciones especiales. La Cámara de Diputados fijó en 14 y el Senado, con mayoría derechista, ratificó su rechazo a esta representación. Fue en el Congreso donde debió definirse estableciéndose 7 circunscripciones: uno en cada departamento, exceptuando Potosí y Chuquisaca.

Por supuesto, las organizaciones de los pueblos originarios reclaman tan drástico recorte y hasta plantean un cambio de actitud para con el gobierno que no defendió sus derechos.
Son muchos los pueblos que no estarán representados. Es cierto. Y no se trata de justificar la concesión. Pero es cierto también que algunos de estos pueblos, estarán presentes en la Asamblea para luchar por los intereses de otras minorías.

Siete circunscripciones especiales no son suficientes para representar a los pueblos eternamente marginados. Pero son siete representantes que tendrán ellos para hacer leyes, interpelar a la sociedad y gestionar sus necesidades en los próximos años.

Votar desde afuera

Un derecho que está consignado en las leyes, desde hace dos décadas, es el voto de los bolivianos residentes en el exterior. Un país empobrecido desde siempre, expulsó a miles de compatriotas a otras regiones, donde encontrar trabajo y sostener a su familia. La situación empeoró al implantarse el modelo neoliberal, en 1985. Podría decirse que son “exiliados económicos”.

Pero hay algo más. Desde los países donde trabajan, en malas condiciones aunque obteniendo una remuneración, envían dinero a sus familias. El año pasado, las remesas de estos bolivianos y bolivianas expulsados por la miseria, alcanzaron a 800 millones de dólares. Es decir, el sistema los expulsó y, por tanto, el país les debe una reparación y, en segundo lugar, contribuyen al sostenimiento económico de sus familias que viven aquí.
El derecho a elegir a las autoridades nacionales no podía ser ignorado. Pero la oposición, desde fuera y desde dentro del Parlamento, negaba ese derecho sosteniendo que, controlado por nuestras oficinas consulares, favorecería al gobierno.

Finalmente se abrió el camino. Seis por ciento del padrón nacional, podrá inscribirse en el exterior. Muy, pero muy poco, aunque tiene la virtud de haber avanzado en ese sentido. El voto de los residentes en el exterior se ha concretado.

Padrón que supera malas intenciones

La tercera espada que esgrimía la reacción derechista, era la desconfianza sobre un padrón electoral que se manejaba desde hace los años ’90. Hasta entonces, los votantes debían inscribirse para cada elección. En un momento dado, cuando se estableció un cuerpo de personalidades creíbles para formar la Corte Nacional Electoral, se estableció el padrón actual. Inscripción manual de los datos esenciales tomados de un documento que identificara a la persona. Incluso aceptaba, la ley, que la inscripción se hiciese con la garantía de dos personas; la razón era que una proporción considerable de hombres y mujeres no figuraban en el registro de identificación por insuficiencia de los mecanismos de afiliación.

Cuando comenzó el ataque para desacreditar ese padrón –aunque fue usado sin inconvenientes para los referendos que organizó la misma derecha- dijeron que los muertos y los ausentes votaban; que había doble y triple votación. Manejaron muchas denuncias que fueron desmentidas por auditorías internacionales. Encontraron pretextos para impedir la reunión de Congreso. Durante cuatro días se retiraron, no obstante haber aprobado el tratamiento del tema por tiempo y materia; con esta denominación se califica una reunión parlamentaria que debe mantenerse continua y sin interrupción, hasta agotar el debate y resolver la materia.

Paralelamente, el presidente Evo Morales, acompañado de dirigentes sociales, inició una huelga de hambre en Palacio. Por una parte, presionaba sobre los opositores y, por otra, impedía que el Congreso fuese cercado por sectores sociales que ya lo habían anunciado con bastante anticipación.
En esas circunstancias, habiendo algo así como una pulseta política, el presidente Morales anunció la decisión de su gobierno de garantizar la realización de un padrón electoral biométrico, siempre que la Corte Electoral garantizase la elección del 6 de diciembre. Se cerraba el círculo y la oposición se resignó a volver a la sala de sesiones del Congreso Nacional.

La paciencia impaciente

Evo Morales sabe cuándo ceder y en qué temas hacerlo. No es posible vencer en la pulseta usando las dos manos. Pero tampoco es cuestión de mantener la postura en forma indefinida, esperando que el contrincante se canse. Hay que tener paciencia, pero sólo hasta el punto en que, cediendo en la tensión, se tome ventaja y se gane el combate. Es la paciencia sabiamente administrada. Esa paciencia no es pasiva. Esa paciencia no es cobarde. Esa paciencia es la forma de satisfacer la impaciencia de los desposeídos.

Por Antonio Peredo Leigue