Asamblea de apoyo a Bolivia

Caminando por América total

Fecha: 10 Oct 2009

6 de la mañana. 4 de octubre de 2009. Mercedes Sosa, la voz que emocionó a tres generaciones, cesó de desgranar melodías por unos momentos. Retomó su incesante caminar desde el sur hasta la entraña América y total.
La recordamos de Cosquín, aunque ella no tenía un buen recuerdo de aquel festival. Contó que, ese otro inmortal poeta de la guitarra, Cafrune, le compró diez discos, para que pudiese pagar el alojamiento en aquella oportunidad. Pero eso no es lo importante.

Escuchando su voz de los primeros años, cuando la descubríamos en la canción, que era importante para nuestra formación política, volvíamos a encontrarnos con la misma dulce y melodiosa entonación en sus últimas canciones.


Es que ella está allí donde vibra el pueblo. Como aquella hermosa jornada en Managua, en aquellos años en que la Revolución Sandinista requería de todos los apoyos. Y Mercedes Sosa estuvo entre las decenas y decenas de artistas que acudieron a lo que entonces era la capital revolucionaria. Era la plaza principal de Managua. Al fondo, los edificios destruidos por el terremoto de 1972, al frente la imagen de Fonseca Amador, el fundador y héroe de aquella revolución que tanto prometía.


Cantó como ella sabe hacerlo. En algún momento, pese al apoyo técnico de profesionales europeos, fallaron los micrófonos. Mercedes no interrumpió su canto. Elevó la voz para que se escuchase en los últimos rincones de esa masa que había colmado la plaza de Managua y que se prolongaba en las calles adyacentes. Una y otra vez, los ‘nicas’ le pidieron que repitiese, aunque todos entendían que su esfuerzo había sido mayúsculo. Salió a saludar: “Gracias Nicaragua. Gracias pueblo”. Ni Borges, Ministro del Interior, que estaba en la primera fila de los espectadores, con los brazos apoyados en la tarima, tal como se mantuvo durante gran parte del recital, pudo lograr que cantase otra vez. Era pedir demasiado a una extraordinaria artista que da todo de sí, cada vez que canta.


Ví también cómo cantaba en el teatro al aire libre de La Paz. A 3.600 metros de altura, su voz seguía siendo tan juvenil como en aquella versión que nos llegó de Cosquín. Sigue siendo la misma voz y seguirá siéndolo, mientras la tengamos en nuestra garganta, de la que no puede salir el pesar o la alegría que, en este caso, es igual. Es que Mercedes Sosa ha sido y seguirá siendo una voz cristalina para todos y de todos nosotros.

Por Antonio Peredo Leigue