Asamblea de apoyo a Bolivia

Las peligrosas venas abiertas

Fecha: 23 Abr 2009

Posiblemente, Barack Obama haya leído el libro. Seguramente, la mayoría de los norteamericanos no lo conocen. Un senador de ese país dijo que se trataba de la obra de un autor desconocido. Pero no es cosa de asombrarse; deben ser muchos los latinoamericanos que tampoco saben que “Las venas abiertas de América Latina” desnuda una realidad que es la causa de nuestro empobrecimiento y sus secuelas.

Un par de estos últimos, que leyeron y no entendieron o no quisieron entender, cierta vez se declararon partidarios de la peligrosidad de esas páginas, tratando de desacreditarlo. No tuvieron ninguna repercusión. Pero el libro de Eduardo Galeano sigue provocando reacciones en todo el mundo. Fue precisamente por esto que Hugo Chávez le obsequió una versión en castellano de ese texto que, varias autoridades estadounidenses califican como peligroso.

Un libro es peligroso. Muchos suponíamos que la interdicción de los libros terminó cuando Juan XXIII ordenó anular el Index que la Inquisición inició en la Edad Media y subsistió hasta mediados del siglo anterior. Pero no es así. Los censores de la literatura siguen vivos. Le dicen, ahora, al presidente norteamericano que no debe leer ese libro y, poco más o menos, que cometió un pecado al aceptar el obsequio de Chávez. ¿Harán un exorcismo para liberar al mandatario del diablo que le entró al cuerpo, en el momento en que sus manos tomaron el libro?

Bromas aparte, las ideas vertidas en ese texto, varias veces editado en varias lenguas desde su aparición hace ya 40 años, han marcado el rumbo de muchos hombres y mujeres que lucharon y siguen luchando por liberar a esta América Latina de las condiciones en que se encuentra.

No se trata de un sesudo estudio académico ni de una explicación codificada. Su principal virtud es el lenguaje sencillo que usa para explicar una realidad que está a la vista pero que, la propaganda y la información distorsionada enmascaran de tal modo, que terminamos creyendo la deformación y rechazando la realidad como si fuese el disfraz de la verdad.

Los países enriquecidos han hecho del derroche y el dispendio una forma de vida que se basa en el agotamiento de los recursos naturales. Aquellas naciones en que esos estos bienes, son sometidos y explotados hasta la extinción de esa riqueza. Una tras otra, sucesivamente, y luego en conjunto son presas del sistema de dilapidación.

Cuando reclamamos y el reclamo se vuelve exigencia, la respuesta es simple: vean cómo lo hicimos nosotros, sigan nuestro ejemplo y llegarán a ser tan prósperos como nosotros lo somos. Lo que no nos dicen ni pueden decirnos, es que no existe tanta riqueza para que los 7 mil millones de seres humanos que poblamos este planeta consumamos en la misma proporción. Y las pruebas están ahí: en los niños, las mujeres, los hombres, los ancianos y hasta los animales, mueren de hambre, de sed y de inclemencia, para que una décima parte de esa población goce de todos los placeres.

Ese sistema, que no podía mantenerse eternamente, está en medio de una crisis que es incapaz de resolver con las reglas que impuso a todos los países del mundo. Ya no le es posible y, por tanto, no puede impedir que nosotros elijamos nuestro propio camino. El símbolo ha sido aquel obsequio. “Las venas abiertas de América Latina” han entrado en la Casa Blanca de los Estados Unidos de América Latina. Allí debieron conocer hace muchos años lo que denuncia Galeano. Tal vez se hubiesen ahorrado tantas incomprensiones con la realidad de nuestras naciones. En cambio, como el libro de cabecera de los presidentes norteamericanos que leen fue “El fin de la Historia” de Fukuyama, no pudieron prepararse para la crisis que estaba anunciada hace tanto tiempo.

No se trata de una venganza sutil. El presidente de Venezuela entregó ese libro al presidente de Estados Unidos con un propósito muy claro: explicarle cuáles son los factores que hacen tan malas las relaciones entre Washington y América Latina. Los pilares de una nueva relación (“new deal”, como dicen en inglés) comenzarán a construirse en el momento en que entiendan que nosotros tenemos derechos que no pueden someterse a sus dictados.

Por Antonio Peredo Leigue